jueves, 3 de abril de 2008

El Hombre

Cansado anduvo sobre sus pasos y se sintió recompensado.

Quiso tener 20 años menos para amar a la muchacha de la esquina cuyas pantorrillas verdes le sonrieron inocentes, más la humedad y el calor le hicieron jadear fuerte y entender que la vida es mucho más que un simple rostro .

Buscó en la distancia, y a lo lejos distinguió un extraño espécimen. Su mirada lo escudriñó todo cuanto pudo y se descubrió a sí mismo inventando una manera diferente de amar.

La vida le había jugado una mala pasada. Talvéz, en ese preciso instante, lo que le faltaba era tiempo. La Nave Azul, seguía ahí desde su redondez finita, muy quedo, entonando una canción de cuna.

Su momento estaba, entonces, por concluir.

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